e-ISSN: 2448-8062

ISSN: 0188-431X

Open Journal Systems

Investigación



Cómo citar este artículo:

Cruz-Bello P, Martínez-Garduño MD, Olivos-Rubio M, Jiménez-Vargas D, De la Cruz-Martínez A. Mejora del conocimiento y conducta alimentaria de los adolescentes con una intervención educativa basada en orientación alimentaria. Rev Enferm Inst Mex Seguro Soc. 2018;26(4):248-55.




Mejora del conocimiento y conducta alimentaria de los adolescentes con una intervención educativa basada en orientación alimentaria

Improvement of knowledge and feeding behavior of adolescents with an educational intervention based on food orientation




Patricia Cruz-Bello,1a María Dolores Martínez-Garduño,1b Micaela Olivos-Rubio,1c Diana Jiménez-Vargas1d Alejandra De la Cruz-Martínez1e


1Universidad Autónoma del Estado de México, Facultad de Enfermería y Obstetricia, Coordinación de Investigación. Toluca, Estado de México, México




ORCID:

a 0000-0002-1531-0373

b 0000-0003-1406-2010

c 0000-0002-1860-0931

d 0000-0003-0246-4928

e 0000-0001-6460-0425




Correspondencia:

Patricia Cruz-Bello

Correo electrónico:

patriciacruzbello@yahoo.com.mx

Fecha de recepción:

07/08/2017

Fecha de dictamen:

13/03/2018

Fecha de aceptación:

15/11/2018



Resumen

Introducción: los adolescentes son susceptibles a conductas alimentarias poco saludables que desencadenan problemas de salud como obesidad, desnutrición o trastornos de la conducta alimentaria. Es importante propiciar el aprendizaje sobre una alimentación correcta.

Objetivo: evaluar el efecto de una intervención educativa basada en orientación alimentaria para mejorar el conocimiento y fortalecer la conducta alimentaria de los estudiantes de preparatoria.

Métodos: estudio cuasiexperimental, con 32 adolescentes entre 15 y 17 años, en los que se aplicó un cuestionario estructurado pretest y postest, con tres apartados, datos sociodemográficos, características antropométricas y conocimiento sobre alimentación correcta. Se diseñó e implemento un programa educativo de orientación alimentaria con base en la NOM-043-SSA2-2012. Se utilizó estadística descriptiva y t de Student no paramétrica para observar la diferencia (p ≤ 0.05).

Resultados: se identificó que el 56.2% de los adolescentes de ambos sexos se encuentran en el intervalo normal del índice de masa corporal. El sobrepeso fue mayor en hombres (44.5%) que en mujeres (35.7%). Con base en el Plato del Bien Comer y la Jarra del Buen Beber, hubo cambios en el consumo de agua pura (20%), a diferencia de los que disminuyeron el consumo de refresco o agua de sabor (8%). Así como incremento en el consumo de frutas y verduras (18%), cereales y tubérculos (16%) y alimentos de origen animal (9%), la diferencia pretest y postest fue significativa (p ≤ 0.05).

Conclusiones: La intervención educativa basada en orientación alimentaria tiene un efecto positivo sobre el conocimiento reforzando la conducta alimentaria de los adolescentes.

Palabras claves:

Educación Alimentaria y Nutricional; Conducta Alimentaria; Fenómenos Fisiológicos Nutricionales de los Adolescentes; Adolescente; Enfermería



Abstract

Introduction: Adolescents are susceptible to unhealthy eating behaviors that trigger health problems such as obesity, malnutrition or eating disorders. It is important to promote learning about correct nutrition.

Objective: To evaluate the effect of an educational intervention based on food orientation to improve knowledge and strengthen the eating behavior of adolescents in high school.

Methods: quasi-experimental study, with 32 adolescents between 15 and 17 years old, in which a structured pre-test and post-test questionnaire was applied, with three sections, sociodemographic data, anthropometric characteristics and knowledge about correct feeding. An educational food orientation program was designed and implemented based on NOM-043-SSA2-2012. Descriptive statistics and nonparametric Student T were used to observe the difference (p≤0.05).

Results: it was identified that 56.2% of adolescents of both sexes are in the normal range of body mass index. With overweight, it was higher in men (44.5%) than in women (35.7%). Based on the "Plate of Good Eating" and the Jug of Good Drinking, there were changes in the consumption of pure water (20%), unlike those that decreased the consumption of soft drink or water of flavor (8%). As well as an increase in the consumption of fruits and vegetables (18%), cereals and tubers (16%) and foods of animal origin (9%), the pretest and posttest differences were significant (p≤0.05).

Conclusions: The educational intervention based on food orientation has a positive effect on knowledge by reinforcing the adolescents' eating behavior.

Keywords:

Food and Nutrition Education; Feeding Behavior; Adolescent Nutritional Physiological Phenomena; Adolescent; Nursing




Introducción

La adolescencia es un etapa del desarrollo de vital importancia, pues en esta se forman los hábitos que determinan en un futuro el estado de salud.1,2,3 Comprende de los 10 a 19 años de edad, dividida en tres fases: adolescencia temprana (de 10 a 13 años), media (de 14 a 16) y tardía (de 17 a 19 años). 4,5

Desde el punto de vista biológico, la adolescencia se considera una etapa de riesgo en la conducta alimentaria, debido al acelerado crecimiento y desarrollo físico, a las modificaciones cerebrales y los cambios hormonales propios de la pubertad, los cuales incrementan considerablemente los requerimientos energéticos y nutricionales.1,2,4,6

En cuanto a los cambios psicológicos, se inicia la construcción de la identidad, la búsqueda de la independencia y la autoafirmación, las cuales se relacionan con la adquisición de nuevos roles sociales. Asimismo, la nueva imagen corporal puede generar respuestas emocionales complejas. Para el adolescente es importante sentirse reconocido como miembro de una comunidad o un grupo, al cual contribuye y le es leal.4,6

Con relación a la autonomía e independencia del adolescente, su capacidad de autogestión es limitada en lo que se refiere a la conducta alimentaria,1 considerada como una respuesta comportamental asociada al acto y modo de alimentarse y al patrón rítmico de la alimentación (intervalos de tiempo, horarios y duración).7 En la persecución de dicha autonomía alimentaria, los jóvenes son altamente susceptibles a modas, estereotipos o modelos de comportamiento poco saludables que pueden dañar seriamente su integridad y derivar en patologías como obesidad, dislipidemia, deficiencia de micronutrientes específicos, desnutrición, trastornos de la conducta alimentaria (TCA) o adicciones alimentarias, tal es el caso de los alimentos ricos en hidratos de carbono.8,9,10,11,12,13

La principal consecuencia derivada de la alimentación incorrecta en los adolescentes es el sobrepeso y la obesidad, en México la prevalencia es de 36.3% en el grupo de 12 a 19 años de edad, la cual es 1.4 puntos porcentuales superior a la alcanzada en el año 2012. La prevalencia en hombres es de 33.5% y en mujeres de 39.2%,14,15 lo cual genera mayor insatisfacción corporal, temor al incremento de peso corporal y TCA, así como el desarrollo de enfermedades como diabetes e hipertensión arterial precoz tanto en hombres (0.7%) como en mujeres (1.8%).16

Debido a que la conducta alimentaria es producto de una mezcla de factores biológicos, psicológicos, familiares, sociales y nutricionales,15 las acciones deben dirigirse a nivel individual y colectivo, y en cualquier ámbito donde se encuentre el individuo, la familia y la comunidad. La finalidad es transferir conocimientos, actitudes y hábitos benéficos durante las primeras etapas de desarrollo de la vida, como es el caso de la adolescencia.16,17

Al respecto, la educación para la salud es una estrategia de autocuidado altamente reconocida por su efectividad en el aprendizaje, en particular, de los adolescentes, quienes aprenden y desarrollan habilidades que les permiten cuidar su estado de salud a largo plazo.18,19 Desde la perspectiva de la disciplina de enfermería, es necesario modificar dicha conducta en el adolescente a partir de intervenciones educativas3 que incluyan las bases de una alimentación balanceada en macronutrientes y rica en hierro, calcio, zinc, vitaminas A, D, E, C y complejo B; además de las recomendaciones de realizar al menos cuatro tiempos de comida y evitar o disminuir el consumo de bebidas azucaradas y calorías vacías.18,19,20,21,22

De la misma forma, es necesario promover en los adolescentes una alimentación que favorezca el aporte de energía suficiente para el mantenimiento de las funciones orgánicas, el crecimiento y el desarrollo; así como generar la construcción de una postura crítica ante los estereotipos de belleza, la publicidad, la familia y el entorno en general.23,24,25,26,27,28,29,30,31,32.

Por lo anterior, el objetivo del presente estudio fue evaluar el efecto de una intervención educativa basada en la orientación alimentaria para mejorar el conocimiento y fortalecer la conducta alimentaria de los adolescentes estudiantes de bachillerato.

Metodología

Estudio cuasiexperimental con pretest y postest. Se eligió una muestra de 32 adolescentes, de entre 15 y 17 años de edad, de ambos sexos, estudiantes de la Preparatoria Oficial No. 104, en la comunidad de San Cristóbal Tecolit, Municipio de Zinacantepec, Estado de México, México.

Con base en un muestreo por conveniencia, los estudiantes fueron seleccionados por los profesores y orientadores, en los que se habían identificado señales emocionales y conductuales de riesgo para TCA, por ejemplo: miedo intenso de aumentar de peso, imagen corporal negativa o distorsionada, frecuentes cotejos en el espejo de defectos percibidos, preocupación por la comida, comer porciones muy pequeñas o evitar comer, desaparecer después de comer, frecuentemente al baño, preocupación mínima sobre una pérdida extrema de peso, o presentar excusas para no comer.33

A los participantes se les aplicó un cuestionario estructurado con tres apartados, el primero corresponde a datos sociodemográficos, el segundo a las características antropométricas (peso y talla) para determinar el índice de masa corporal (IMC), con base en la fórmula: IMC=Peso/Talla2A los participantes se les aplicó un cuestionario estructurado con tres apartados, el primero corresponde a datos sociodemográficos, el segundo a las características antropométricas (peso y talla) para determinar el índice de masa corporal (IMC), con base en la fórmula: IMC=Peso/Talla2

El tercer apartado, se integró con ocho ítems, de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana NOM-043-SSA2-2012, Servicios básicos de salud. Promoción y educación para la salud en materia alimentaria. Criterios para brindar orientación.34 El propósito fundamental de esta Norma es establecer los criterios generales para la Orientación Alimentaria a la población, opciones prácticas con respaldo científico, para la integración de una alimentación correcta que pueda adecuarse a sus necesidades y posibilidades. Así como ofrecer elementos para brindar información homogénea y consistente para coadyuvar a promover el mejoramiento del estado de nutrición de la población y a prevenir problemas de salud relacionados con la alimentación.

Los contenidos de orientación alimentaria se deben basar en la identificación de grupos de riesgo desde el punto de vista nutricional, la evaluación del estado de nutrición, la prevalencia y magnitud de las enfermedades relacionadas con la nutrición de la población y, por último, la evaluación de la disponibilidad y capacidad de compra de alimentos por parte de los diferentes sectores de la población.

Los niños y niñas desde su gestación hasta la pubertad, las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, los adultos mayores y las personas con actividad física intensa, se identifican como grupos que requieren mayor atención por el riesgo de presentar alteraciones en su estado de nutrición.

Procedimiento

El estudio se llevó a cabo en tres fases, la primera concierne al diagnóstico (pretest). La segunda, al desarrollo de la intervención con un Programa Educativo de Orientación Alimentaria (PEOA), que constó de 40 sesiones con una hora de duración para cada sesión, durante cuatro meses.

Las actividades operativas de orientación alimentaria se llevaron a cabo mediante acciones de educación para la salud con énfasis en el desarrollo de capacidades y competencias, participación social y comunicación educativa, las cuales se efectuaron por personal de enfermería capacitado con base en la instrumentación de programas y materiales planificados, cuyo soporte técnico se derivó de la Norma Oficial Mexicana NOM-043-SSA2-2012, Servicios básicos de salud. Promoción y educación para la salud en materia alimentaria. Criterios para brindar orientación.34

Conforme a la herramienta gráfica El Plato del Bien Comer, los alimentos se agruparon en tres grupos: verduras y frutas, leguminosas y alimentos de origen animal y cereales; al interior de cada grupo se identificaron los alimentos y sus productos, así como las recomendaciones para integrar una alimentación correcta


Figura 1 Plato del Bien Comer con la distribución equilibrada de tres grupos de alimentos

Fuente: Norma Oficial Mexicana NOM-043-SSA2-2012.


Se promovió el consumo en la alimentación diaria de verduras, frutas regionales y de la estación para reducir la densidad energética de la dieta. Asimismo, se recomendó el consumo de cereales y sus derivados integrales, sin azúcar adicionada y tubérculos. De la misma forma, el consumo de pescado, aves como pavo y pollo sin piel y carne magra, asadas, horneadas, cocidas; así como de leche semidescremada o descremada.

Las temáticas del programa por número de sesiones fueron: 1) alimentación saludable, conceptos y diferencias entre nutrición y alimentación (7 sesiones); 2) hábitos y horarios de alimentación (4 sesiones); 3) importancia de la actividad física (1 sesión); 4) Plato del Bien Comer, cantidad y calidad (7 sesiones); 5) refrigerios saludables, teoría y práctica (5 sesiones); 6) Jarra del Buen Beber, nivel calórico y cantidad (5 sesiones); 7) trastornos de conducta alimentaria, conceptos y factores de riesgo (4 sesiones); 8) tipos de trastornos de conducta alimentaria, complicaciones y prevención (4 sesiones), y 9) actividad física (3 clases abiertas).

La tercera fase (postest) se realizó tres meses después de concluida la intervención. Para el análisis se aplicó estadística descriptiva y t de Student no paramétrica para estimar la diferencia entre el pretest y postest con un valor p ≤ 0.05. El procesamiento de los datos fue con el programa SPSS V21.

Se cubrió el aspecto ético a través del asentimiento y consentimiento informado de los alumnos y padres de familia para participar en la investigación. Asimismo, la intervención fue revisada y aprobada por los directivos de la institución educativa y por la Secretaría de Investigación y Estudios Avanzados de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Resultados

El 56.6% de los participantes fueron hombres, con 16 años de edad (53.1%) µ= 15.65 ± 1.3 en su mayoría son solteros (96.9%) y que viven con sus padres (64.1%). Cabe señalar que el 21.9% de los estudiantes no cuenta con servicios de salud públicos o privados; los que cuentan con acceso a los servicios de salud, en su mayoría, son derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social (43.8%), el Instituto de Seguridad y Servicios de Salud para los Trabajadores del Estado (6.3%) y el Seguro Popular (21.8%).

A partir de la determinación del Índice de Masa Corporal, se identificó que un poco más de la mitad (56.2%) de los adolescentes de ambos sexos, se encuentran en el intervalo normal. Del total de adolescentes que presentan sobrepeso, este es mayor en los hombres (44.5%) que en las mujeres (35.7%). Se encontró solo un caso de obesidad (7.2%) en el grupo de mujeres (figura 2 ).

Figura 2 índice de Masa Corporal de los adolescentes de ambos sexos de bachillerato (n=32)

Fuente: Institución educativa de nivel medio superior en el Estado de México, México.


Antes de la implementación del Programa Educativo de Orientación Alimentaria, los adolescentes refirieron que realizaban en promedio 1.75 comidas al día; posterior a dicho programa, el número de comidas aumentó a 2.65, sin incluir colaciones. Se identificó un cambio en el conocimiento de los adolescentes sobre el consumo de alimentos y bebidas con base en el Plato del Bien Comer y la Jarra del Buen Beber, en 15 y 17 puntos porcentuales respectivamente (figura 3).

Figura 3 Cambio en el conocimiento de los adolescentes posterior al Programa Educativo de Orientación Alimentaria (n = 32)

Fuente: Institución educativa de nivel medio superior en el Estado de México, México.


Un cambio notable se observa en los adolescentes que incrementaron o sustituyeron el consumo de agua pura (20%), a diferencia de los que disminuyeron el consumo de refresco o agua de sabor (8%). Se registró un incremento porcentual en el consumo de los tres grupos de alimentos, principalmente el de frutas y verduras (18%), cereales y tubérculos (16%) y, en menor proporción, el consumo de alimentos de origen animal (9%). Cabe señalar que se registró disminución del 17% en el consumo de alimentos con calorías vacías (figura 4). Al aplicar la prueba no paramétrica de comparación con el mismo grupo, se observó una diferencia estadísticamente significativa (p ≤ 0.05).

Figura 4 Cambio en los adolescentes respecto al consumo de alimentos y bebidas antes y después del Programa Educativo de Orientación Alimentaria (n = 32)

Fuente: Institución educativa de nivel medio superior en el Estado de México, México.


Discusión

El conocimiento es uno de los elementos más importantes con relación a la conducta alimentaria;16 con base en los resultados obtenidos, la intervención de enfermería con el PEOA, favoreció cambios en el consumo de los alimentos incluidos en el Plato del Bien Comer. Aunque hubo disminución en el consumo de alimentos con calorías vacías, es importante señalar que los adolescentes refirieron un consumo importante de botanas, golosinas, bollería, jugos y refrescos, en detrimento de productos nutritivos y con menor densidad energética. Lo anterior se considera una problemática compleja y multifactorial, la cual se sustenta no solo en el déficit de conocimiento de los adolescentes sobre la alimentación correcta, sino también en el fortalecimiento de políticas y programas multisectoriales que promuevan los estilos de vida saludables en todas las etapas de la vida.8,9,10,11,12,13

Antes de intervenir con el PEOA, los adolescentes realizaron, en promedio, dos comidas al día, lo anterior se traduce en la presencia de períodos de ayuno prolongados que afectan el metabolismo de la glucosa y los lípidos.8,11 Mantener estos patrones de alimentación a lo largo de la vida, y por tiempo prolongado, puede derivar en la presencia de dislipidemia, obesidad, enfermedades cardiovasculares y endócrino-metabólicas.11,29,30 Con tal situación, la recomendación se fundamenta en el beneficio de adoptar los cinco tiempos de comida al día, incluyendo las colaciones. Sin embargo, se ha reportado que los adolescentes prefieren colaciones con bajo o nulo valor nutritivo y alto aporte calórico.21,22

No obstante las diferencias de cultura alimentaria entre México y España, en un estudio realizado con jóvenes españoles respecto al número de comidas al día, se encontró que no realizan al menos las tres comidas fundamentales y que este resultado puede estar asociado al nivel socioeconómico de los padres.35

Acerca de la relación entre el conocimiento y los hábitos dietéticos, se ha demostrado que con una buena orientación alimentaria se favorecen hábitos saludables mediante el consumo de alimentos con suficiente y adecuado valor energético y nutricional; así como la ingesta de agua en lugar de bebidas azucardas.30,31,32

El cambio en el comportamiento alimentario, ayuda a mantener estable el metabolismo de los nutrimentos, de igual manera se preserva la función orgánica y se previene el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria, las enfermedades crónicas degenerativas y las patologías cardiovasculares.3,30,32 Con la intervención realizada en el presente estudio, aunque el cambio en los adolescentes fue favorable, sin duda se requiere de continuidad en este tipo de iniciativas, que permitan a corto, mediano y largo plazo, lograr cambios permanentes en la conducta alimentaria de las personas y, por supuesto, en el seguimiento de los niños y adolescentes hasta la edad adulta.3,18,19

Conclusiones

La intervención educativa basada en la orientación alimentaria tiene un efecto positivo sobre el conocimiento, reforzando la conducta alimentaria de los adolescentes.

Ante la complejidad de una población con comportamientos alimentarios que no favorecen una buena salud, es imprescindible que entre todos los actores involucrados se realicen propuestas de políticas alimentarias sustentadas no solo en los patrones de consumo de alimentos, sino también en los factores que influyen en estos.36

Sobre la base de los resultados obtenidos, es necesario el planteamiento de líneas de investigación, que si bien tengan un enfoque disciplinar de enfermería, también incluyan la perspectiva multidisciplinar y de colaboración, que ayude a explicar la complejidad del problema y a generar las alternativas de intervención.

Las intervenciones que incluyen a la familia, propician la formación de redes que promueven y fortalecen los cambios en los estilos de vida; asimismo, es necesario que se demande a las instituciones educativas restringir la venta de productos de alto valor calórico y bajo contenido nutricional.






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