e-ISSN: 2448-8062

ISSN: 0188-431X

Open Journal Systems

El cuerpo como instrumento del cuidado de enfermería

EDITORIAL


Cómo citar este artículo:
Vinalay-Carrillo I, Torres-Lagunes MA, Vega-Morales EG. El cuerpo como instrumento del cuidado de enfermería. Rev Enferm Inst Mex Seguro Soc. 2016;24(2):81-4.

El cuerpo como instrumento del cuidado de enfermería

The body as an instrument of nursing care


Ilsia Vinalay-Carrillo,1 María de los Ángeles Torres-Lagunes,2 Elsy Guadalupe Vega-Morales3


1Facultad de Enfermería, Universidad Veracruzana, Minatitlán, Veracruz; 2División de Estudios de Posgrado en Enfermería, Unidad de Posgrado, Universidad Nacional Autónoma de México, Distrito Federal; 3Coordinación de Guías de Práctica Clínica, Hospital General “Agustín O`Horán”, Secretaría de Salud, Mérida, Yucatán. México


Correspondencia: María de los Ángeles Torres-Lagunes

Correo electrónico: angelestorres2007@gmail.com


Palabras clave: Cuerpo humano; Antropología médica; Sociología médica

Keywords: Human body; Medical antropology; Medical sociology


Hablar del cuerpo nos hace pensar en un espacio, un ser, un ente que siente y se expresa. La enfermería como generadora de cuidado mantiene un contacto estrecho con ese cuerpo que se cuida, que requiere ser atendido como un ser y que se expresa con un lenguaje corporal, gestos, movimientos y expresiones con los que la palabra no es necesaria para expresar su sentir, su dolor y sus necesidades. La enfermera requiere de sus sentidos para entender lo que el cuerpo del paciente necesita. El tema del cuerpo como sistema clasificatorio ha sido fundamental para la visión antropológica de Mary Douglas, según la cual el principal medio de clasificación ha sido históricamente el cuerpo humano en sí mismo. La idea del cuerpo como metáfora central del orden político y social es un tema general en sociología e historia. La antropología menciona que en las sociedades premodernas el cuerpo es una superficie importante en la que las marcas de condición social, posición familiar, afiliación tribal, edad, sexo y condición religiosa pueden exponerse fácil y públicamente. El uso del simbolismo del cuerpo puede asociarse también al hecho de que en las sociedades premodernas las diferencias atribuidas de condición y de naturaleza eran más rígidas y obvias. En ciertas tradiciones teóricas y filosóficas, la importancia de la encarnación humana ha quedado olvidada; en otras tradiciones de la teoría social, el cuerpo humano quedó sumergido como un asunto poderoso y de algún modo disfrazado.


... en este punto, la antroplogía de Douglas no solo es de “los otros”, sino también del “nosotros”, pues abre la puerta a la explicación de una multitud de fenómenos en la sociedad contemporánea


Diversos estudios definen al cuerpo como algo objetivo, concreto, que se puede medir con límites precisos; sin embargo, el “esquema corporal” es la idea que se tiene del mismo, es decir, algo subjetivo y sujeto a posibles modificaciones. La corporalidad se constituye en un instrumento de expresión de nuestra propia personalidad; eso nos permite tener contacto con el exterior.1 Nuestros cuerpos no solo nos permiten experimentar el mundo, sino que a través de ellos llegamos a ser vistos en él. A veces somos conscientes de nuestros cuerpos como objetos que se han de mirar en espacios sociales concretos, mientras que en otros, como el hogar, nuestros cuerpos son contemplados.

Partiendo de la lingüística estructural y de la teoría cibernética de la interacción (feedback), Birdwhistell propone una nueva aproximación teórica de los “micromovimientos” corporales. A este estudio cultural y comunicacional de los movimientos corporales se le denomina kinesia. El lenguaje hablado puede descomponerse en sonidos, palabras u oraciones; en la kinesia existen unidades llamadas kine (movimientos apenas perceptibles) y los movimientos mayores y más significativos, llamados kinemas. En el cuerpo existen de cincuenta a sesenta kinemas y el 33 % se concentra en el rostro.1

Cuando nos presentamos mediante señales verbales, el denominado glosario del cuerpo (body gloss) influye en las percepciones y reacciones de los individuos en general y también en cada uno de manera particular. Por lo tanto, al estar en contacto con la enfermera el cuerpo emite expresiones y señales como símbolo de las necesidades de cuidado que requiere. Por lo anterior, la enfermera hace uso de sus sentidos para lograr identificar esas necesidades y generar el proceso de cuidado. El cuerpo es el primer signo mediador en la relación social, ya que es aquello con lo que nos presentamos. El cuerpo habla por sí solo y la palabra enmudece. Y se ha convertido en parte de un proyecto en el que hemos de trabajar. Este proyecto vincula el yo de la persona con la identidad. El cuidado del cuerpo no solo se refiere a la salud, sino a sentirse bien, a nuestra felicidad y a la realización personal, las cuales están sujetas a la forma como se ajustan nuestros cuerpos a las normas contemporáneas. Feathertone distingue dos tipos de exigencias con respecto al cuerpo: que el cuerpo interior (inner body) funcione bien (que esté sano y en forma) y que su apariencia (outer body) sea cuidada. Es decir no basta con sentirse bien, sino la proyección que tienen los demás de uno mismo.

Durante el proceso de cuidado, la enfermera percibe las necesidades afectivas y físicas de la persona, lo que existe en su entorno y de qué manera influye esto en su recuperación. Partiendo de ello formula estrategias que favorezcan al individuo, esto sin olvidar la participación de la familia, la cual influye en su salud.

En la nueva cultura, el cuerpo es una señal que vincula, separa y oculta las formas y las condiciones en las que cada individuo se adscribe y pertenece a una clase social, a una edad, a un sexo, a una profesión, a una actividad, a un contexto determinado y a un espacio.

Anteriormente pensar en el cuerpo nos remitía al saber biomédico: vísceras, funciones, procesos fisiológicos y bioquímicos constituían los primeros referentes al pensar en el cuerpo, el cual era considerado como un objeto cuando se lo veía de esta manera. Y cuando la enfermera ve a la persona como un objeto y no como un sujeto se interrumpe el proceso de cuidado y solamente se convierte en proveedora asistencial que cubre las necesidades que se van presentando; sin embargo, no percibe lo que hay detrás de ese cuerpo: un individuo que siente y que puede estar en acuerdo o en desacuerdo con la atención que se le proporciona.

Desde la década de los setenta, varias disciplinas han coincidido en que hablar del cuerpo implica ir más allá de sus referentes físicos, es decir, la naturalidad del cuerpo subyace en su construcción social. Esto ha permitido la consolidación del cuerpo como un objeto de estudio perteneciente a las ciencias sociales. A partir de los años ochenta, diversas investigaciones se han dedicado a mostrar que el cuerpo, su significado y su representación cambian a lo largo de la historia y que estos son distintos según las diferentes adscripciones de las personas.

Para su estudio metodológico el cuerpo presenta dos niveles: el orden de la interacción y el orden de las disposiciones; el primero se refiere a la parte sociológica, a la copresencia de dos o más personas: el cuerpo siempre dice algo, es decir, es fuente de información y al mismo tiempo vehículo de manifestaciones emocionales y las disposiciones son las inclinaciones y tendencias que se perciben: sentir, hacer y pensar de una determinada manera. El punto de vista fenomenológico sobre el cuerpo ha sido central en la sociología, en la medida en que subraya cómo a pesar de que el cuerpo tiene características fisiológicas, nunca es solo un objeto físico; así, tampoco es solo un objeto pasivo, sino agente, pues interpreta al mundo y establece cursos de acción.2 En este sentido, el corazón, los pulmones o el cerebro no son meras unidades físicas, sino, aún más, son unidades que ejecutan una función. Así, los ojos sirven para ver y las manos para asir o tocar algo.

El cuerpo no es algo que uno tiene sino algo que uno es. Para Pierre Bourdieu la existencia social siempre se da en un sentido relacional con el espacio social en el que la gente se haya desarrollado y el sujeto está condicionado por las vivencias de todo el grupo y de todas sus tradiciones pero también por sus propias experiencias.3


... la concepción de la persona desde la fenomenología, nos invita a poner en juego nuestra propia existencia de persona en el mundo, ya que, a diferencia de los dualismos clásicos, señala que el ser de cada persona no es comparable al ser de una cosa, un animal o un espíritu. El ser de la persona es una realidad original, su ser es humano en toda su integridad4


En la actualidad, el cuerpo está sujeto a fuerzas sociales de índole diferente en las comunidades tradicionales. Los discursos contemporáneos de la salud y la imagen vinculan el cuerpo con la identidad para promover prácticas de cuidados corporales típicos de la sociedad contemporánea. La otra parte teórica de la modernidad que se enfoca en el cuerpo se fragmenta para ofrecer saberes relacionados con la ciencia y la tecnología.

Las investigaciones existentes sobre el propio cuerpo como experiencia vivida muestran que lo vivido y no lo teórico son percepciones que dependen del autoconocimiento de las potencialidades a la condición humana. Al propio cuerpo de la enfermera se le atribuye el significado de ser instrumento de cuidado, el cual se ofrece porque existe un cuerpo: ese cuerpo que domina el cuidado. Todo entra en acción en el cuerpo en el momento en que se da el proceso de cuidar porque la enfermera presenta y percibe los cambios corporales y psicodinámicos del individuo. El propio cuerpo como instrumento de cuidado trasciende durante la realización de un procedimiento o técnica. Esta presencia de cuidado tiene un sentido espiritual al permanecer disponible para interrelacionar con los otros y tocar a los otros.5

El cuerpo como corporeidad implica entrar en el universo del ser que percibe el espacio del cuerpo en sus diversas perspectivas. Parte del ser humano, sentido y que siente, toca y puede ser tocado en el proceso de coexistencia de la dimensión humana, ya que no es algo objetivo y terminado; la corporeidad es la existencia del propio hombre y su historia.6

La enfermera y el cliente en la corporeidad se entrelazan en la acción de compartir el saber y en el expresar sus valores y afectividades.7 El cuerpo como experiencia vivida propicia el coexistir de la racionalidad porque permite que el cuerpo del cuidador deje de ser uno y se transforme en nosotros en el momento de otorgar cuidado, al establecer una relación de intercorporeidad en la que el cuerpo cuidado se convierte en sujeto del proceso de cuidar.8 Al enfrentarse las enfermeras a un cuerpo real y natural tienen conciencia del cuidado con sensibilidad y estética, por lo que a partir de esta conciencia se da la convivencia del cuidado estético y técnico, donde se reúne el saber cuidar con las emociones y la conciencia del sentir del cuerpo.9

El cuerpo es un todo; es el objeto que se transforma durante el proceso de cuidado en sujeto, el cual mediante expresiones y señales habla, manifiesta que requiere ser atendido y escuchado; el sujeto es quien le solicita cuidado a la enfermera para que esta le permita poner de manifiesto sus necesidades y se genere una interrelación que favorezca su recuperación. Donde ambos cuerpos (cuidado-cuidador) elaboren sus propios códigos de comunicación, la enfermera debe hacer uso de sus sentidos para llevar a cabo este proceso de interacción; los ojos le permitirán descubrir cambios que suceden en el individuo, como alguna gesticulación de dolor; por medio del olfato reconocerá olores que pongan de manifiesto alguna alteración; sus manos confortarán a la persona cuidada, pero también afianzarán esa relación; sus oídos también se podrán percatar de sonidos extraños que sean el indicio de alguna alteración; cada una de las expresiones que manifieste el cuerpo cuidado será significativa para el personal de enfermería para ser considerado en la planeación de los cuidados que otorgará, sin olvidar que la participación del familiar es trascendente, así como el entorno que los rodea. Por lo tanto, el personal de enfermería tiene un gran compromiso al proporcionar cuidado a un cuerpo que siente, que escucha, que habla, que requiere de ser entendido y respetado por ser un sujeto y no un objeto.

Referencias
  1. Martínez-Barreiro A. La construcción social del cuerpo en las sociedades contemporáneas. Revista de Sociología. 2004;73:127-52.
  2. Sabido-Ramos O. Una reflexión sobre el cuerpo. A propósito de una contingencia sanitaria. Estudios Sociológicos. 2010;28(84):813-45.
  3. D’hers V, Galak E, compiladores. Estudios sociales sobre el cuerpo: Prácticas, saberes, discursos en perspectiva. Buenos Aires: Estudios Sociológicos; 2011.
  4. Villamil-Pineda MA. Fenomenología del cuerpo y su mirada. Bogotá, Colombia: Universidad Santo Tomás, Colección Summa Cum Laude; 2003. p.34.
  5. Almeida-de Figueiredo NM. O corpo da enfermeira como instrumento do cuidado. Rio de Janeiro: Revinter; 1999.
  6. Polak YNS. A corporeidade como resgate do humano na enfermagem. [Dissertação Doctoral]. Pelotas (RS): Universidade Federal de Pelotas (UFPel); 1996.
  7. Polak YNS. Socialidade da doença: multidões de corpos e corporeidades solitárias. [Dissertação Doctoral]. Curitiba, Paraná: Universidade Federal do Paraná (UFPR); 1997.
  8. Labronici LM. A corporeidade propiciando o coexistir da racionalidade e da sensibilidade nas práticas de cuidar. [Dissertação Doctoral]. Florianópolis, Santa Catarina: Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC); 1998.
  9. Mariotti De Santana MT, Bessa Jorge MS. El propio cuerpo como experiencia vivida por la enfermera al cuidar del otro durante el proceso de muerte. Revista Latino-Americana Enfermagem. 2007;15(3):466-73.

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