e-ISSN: 2448-8062
ISSN: 0188-431X
a0000-0002-1492-7507; b0000-0003-2545-4693; c0000-0002-9002-4422
1Instituto Mexicano del Seguro Social, Unidad de Medicina Familiar con Unidad Médica Ambulatoria No. 55, Módulo PREVENIMSS No. 3; 2Universidad Autónoma de Sinaloa, Escuela Superior de Enfermería, Dirección Escolar; 3Universidad Autónoma de Sinaloa, Escuela Superior de Enfermería, Área de Proyectos Especiales. Culiacán, Sinaloa, México
Introducción: el sobrepeso y la obesidad han tenido un alarmante avance en las últimas décadas, por lo que la Organización Mundial de la Salud señala que uno de los principales retos mundiales es el control del desmedido incremento ponderal de las sociedades, dado que se acompaña de enfermedades metabólicas, años de vida perdidos ajustados por discapacidad y fallas psicológicas que la American Psychiatric Association considera un factor que altera el estado físico.
Objetivo: identificar la relación que tiene el sobrepeso y la obesidad con la autoestima en los trabajadores de la salud.
Metodología: estudio descriptivo y correlacional. El muestreo fue aleatorio sistematizado. La muestra se constituyó con 220 trabajadores de la salud y personal administrativo. Para la recolección de los datos se utilizó una cédula sociodemográfica, datos de sobrepeso, obesidad y la Escala de Autoestima de Rosenberg. Los datos se analizaron con el programa SPSS, versión 22. El estudio se apegó a lo dispuesto en la Ley General de Salud en México.
Resultados: se registró una prevalencia de obesidad de 43.6% y de sobrepeso de 37.3%. Ambas mostraron diferencias significativas según la categoría laboral (chi cuadrada = 18.02, p = 0.05); se observó una relación entre la autoestima por género (chi cuadrada = 14.8, p = 0.05) y la categoría laboral (chi cuadrada = 13.2, p = 0.02), y correlación negativa y significativa entre el sobrepeso, la obesidad y la autoestima (rs = –0.68, p = 0.01).
Conclusión: el sobrepeso y la obesidad revelaron una relación con la autoestima en los trabajadores de la salud.
Palabras clave: Sobrepeso; Obesidad; Autoestima; Personal de Salud
Introduction: Overweight and obesity have presented an alarming advance in recent decades, which is why the World Health Organization points out that one of the main challenges facing countries worldwide is controlling the excessive weight increase that societies present, since this increase is associated with metabolic diseases, years of life adjusted for disability, and psychological failures that the American Psychiatric Association considers as a factor that affects physical status.
Objective: To identify the relationship of overweight and obesity with self-esteem in healthcare workers.
Methods: Descriptive, correlational study. The sampling was random systematic. The sample consisted of 220 health workers and administrative staff. For the data collection a sociodemographic document, data of overweight and obesity, and the Rosenberg Self-Esteem Scale were used. The data was analyzed with SPSS statistical package, version 22. The study adhered to the provisions of Mexico’s General Health Law.
Results: Prevalence of obesity was 43.6% and overweight 37.3%. Both showed significant differences according to job category (chi-squared = 18.02, p = 0.05); there was an association between self-esteem by gender (chi-squared = 14.8, p = 0.05), job category (chi-squared = 13.2, p = 0.02), and a significant negative correlation between overweight, obesity, and self-esteem (rs = –0.68, p = 0.01).
Conclusion: Overweight and obesity were related to self-esteem in health workers.
Key words: Overweight; Obesity; Self Concept; Health Personnel
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1975 hasta la actualidad, las cifras de personas con padecimiento de obesidad se han triplicado en el plano mundial y en el año 2016 se identificaron cerca de 650,000,000 casos de obesidad en edades de 18 o más años. Respecto del sobrepeso, las cifras son de 1,900,000,000 de adultos. Los casos representan el 13% y 39% del total de la población mundial, respectivamente.1
Esta realidad revela un problema de salud relacionado con enfermedades crónicas y degenerativas (hipertensión, diabetes),2 múltiples factores de origen económico, ambiental y genético,3 estilo de vida poco saludable y escasa actividad física.4
Asimismo, la OMS define sobrepeso y obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. En esta acumulación, el índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza con frecuencia para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula al dividir el peso de una persona en kilogramos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). El IMC en sobrepeso es ≥25 y en la obesidad ≥30.1
De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el 19.5% de los adultos de los países que pertenecen a esta organización tiene un índice de masa corporal >30 y los países que tienen más altas prevalencias de obesidad son Estados Unidos con 38.2%, México con 32.4% y Nueva Zelanda con 30.7%.5
En México, en el análisis de las Encuestas de Salud y Nutrición (ENSANUT) que elaboró la Secretaría de Salud entre 2012 y 2018, los porcentajes de mexicanos que padecen sobrepeso y obesidad aumentaron entre 4% y 1% al pasar de 71.3% a 75.2% en el caso de adultos de 20 años o más con sobrepeso y obesidad, lo cual representa 8.6 millones de personas enfermas. Los resultados acerca del sobrepeso y la obesidad en adultos mayores de 20 años revelan que 7 de cada 10 adultos los padecen, dado que en el 2012 fue de 71.2% y en el 2018 de 75.2%,6 lo que refleja un comportamiento que concuerda con el estudio que realizaron Kelly, et al., cuyas proyecciones señalan que el 20% de toda la población adulta del mundo será obesa en el año 2030.7
El personal de salud no escapa a este fenómeno epidemiológico, en el que se ha registrado una prevalencia de sobrepeso y obesidad mayor del 50%, según varios estudios.3,8,9,10 Además, se ha señalado un porcentaje más alto en personal de enfermería respecto del resto de los trabajadores de salud.
Otro de los factores vinculados con la obesidad es la autoestima, que Rosenberg define como un fenómeno interpersonal derivado de la percepción de sí mismo y los ideales sociales y culturales. Cuanta menos discrepancia exista entre ambos, mayor será la autoestima; por el contrario, a mayor discrepancia, la percepción de valía del individuo será negativa y habrá menor autoestima.11
Según Calva (citado por Alvarado, et al.), la gente obesa muestra miedos e inseguridad personal, pérdida de autoestima, trastornos alimenticios, distorsión de la imagen corporal, frigidez e impotencia, perturbación emocional por hábitos de ingestión erróneos, así como tristeza, infelicidad y depresión.12 De manera similar, Goldberg menciona que una de las consecuencias más importantes de la obesidad es la pérdida de autoestima, lo cual puede llevar a la persona a desarrollar un cuadro de depresión, por lo que algunas personas tratan de remediar esa depresión con el consumo de comida.13
De acuerdo con lo anterior, Herrera, et al. realizaron un estudio en el que midieron sobrepeso y obesidad, grado de actividad física y autoestima en la niñez; sus hallazgos revelaron una prevalencia de obesidad de niñas y niños, un alto sedentarismo y más de la cuarta parte tuvo baja autoestima.14
AlvaradoSánchez, et al., en su estudio sobre obesidad y baja autoestima en adultos, efectuaron una intervención. Sus hallazgos muestran que, antes de la intervención, la autoestima era baja y después de ella, cuando se aplicaron técnicas cognitivo-conductuales (relajación, autocontrol y reestructuración cognitiva), se logró una reducción mayor de peso que la intervención basada en la simple información; los autores aseveran que la autoestima de los individuos mejoró al término de la intervención psicológica.12
Por otra parte, García-González y Froment, en su investigación “Beneficios de la actividad física sobre la autoestima y la calidad de vida de personas mayores”, señalan en los resultados que los sujetos mayores que consideran tener una mejor autoestima personal son aquellos que realizan actividades físicas con regularidad.15 Asimismo, Berglan, et al. refieren que gozar de una alta autoestima se correlaciona en grado positivo con la práctica de actividad física.16
Además, Sánchez, et al. condujeron un protocolo para medir el autocuidado en enfermeras y su relación con el estado emocional. Las participantes tenían dislipidemias en 45% e hiperglucemia en 67%; 80% mostró sobrepeso y obesidad (sobre todo en el turno nocturno); se concluyó que existe un nexo entre las prácticas de autocuidado inadecuadas con la baja autoestima y el malestar emocional.17
En este sentido, la OMS refiere en el documento “Salud de los trabajadores: plan de acción mundial 60a Asamblea Mundial de la Salud”, en el objetivo 2 (Proteger y promover la salud en el lugar de trabajo), que es preciso insistir en la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades no transmisibles en el lugar de trabajo, sobre todo al alentar entre los trabajadores una dieta sana y actividad física, y promover la salud mental y familiar en el trabajo.18
En virtud de la elevada prevalencia de sobrepeso y obesidad en el personal de salud, como se menciona en los artículos ya citados,8,9,10 y de la escasa evidencia científica referente a sobrepeso y obesidad en relación con la autoestima de los profesionales de la salud, surgió el interés en este grupo de investigadores de llevar a cabo el estudio; para ello se partió de la siguiente pregunta: ¿cuál es la relación que tiene el sobrepeso y la obesidad con la autoestima en trabajadores de la salud? Además, se formuló la siguiente hipótesis: a mayor autoestima, menor peso en los trabajadores de la salud.
Se condujo un estudio de tipo descriptivo, observacional, transversal y correlacional. La población de estudio se conformó con 500 trabajadores de la salud de ambos sexos, de 18 a 60 años de edad, de una unidad de medicina familiar (UMF) en Culiacán, Sinaloa, México. El tipo de muestreo empleado fue aleatorio sistematizado. El tamaño de la muestra se calculó con el programa Epidat 4.2,19 con una confiabilidad del 95%, precisión del 5%, potencia del 80% y proporción de ajuste de pérdidas del 15%. El tamaño de la muestra fue de 220 participantes, los cuales se clasificaron en dos grupos: trabajadores de la salud (médicos, enfermeros, nutriólogos, psicólogos, trabajadores sociales) y personal administrativo (otras categorías no relacionadas con la salud).
En cuanto a los criterios de selección, se incluyó a todo el personal que laboraba en la unidad de medicina familiar de los turnos matutino, vespertino y nocturno; se excluyó a los individuos discapacitados y a los que se hallaban en periodo vacacional. Para la recolección de datos se utilizó una cédula de datos personales, sobrepeso y obesidad (CDSPyO-10) y la Escala de Autoestima de Rosenberg (EAR-11).11 De manera inicial se solicitó el censo de los trabajadores y con posterioridad los investigadores abordaron a los participantes en sus áreas de trabajo en los todos los turnos durante los enlaces de éstos, se les explicó el propósito del estudio y se les solicitó su participación voluntaria. Una vez que aceptaron firmaron el consentimiento informado. Después de conceder la aceptación, los participantes pasaron a un consultorio para realizar la somatometría y leer las instrucciones para responder los instrumentos. Con el fin de estandarizar el proceso de la somatometría, se calibraron las básculas y los estadímetros; para medir el peso, los individuos subieron a la báscula sin zapatos y con ropa ligera, con los pies colocados en el centro de la báscula, las puntas ligeramente separadas y los brazos a los lados del cuerpo. Tras obtener el parámetro, se registró la medida en kilogramos y se cuantificó la estatura con el paciente de pie sin zapatos, el cuerpo en posición recta, los brazos a los lados, sin adornos en la cabeza y con la vista al frente. Luego de anotar el parámetro, se registró la medida en metros y se midió el perímetro abdominal con una cinta métrica: con el sujeto en la posición ya señalada, con la cintura descubierta y el abdomen relajado, se colocó la cinta métrica en el punto medio entre la última costilla y el borde superior del hueso de la cadera sin ejercer presión; por último, se le solicitó al participante realizar una inspiración profunda y al momento de exhalar se tomó la medida en centímetros.20 Con la finalidad de estandarizar los resultados de medición interobservador e intraobservador, los tres investigadores llevaron a cabo la medición del peso, talla y cintura: el investigador uno midió peso y talla; la cuantificación del perímetro abdominal la efectuó el investigador dos; y el registro de mediciones lo realizó el investigador tres. Para determinar la existencia de sobrepeso y obesidad en los participantes, se solicitaron cartilla de salud y citas médicas con el propósito de contrastar las mediciones obtenidas con los puntajes registrados en la cartilla de salud del adulto hombre, mujer de 20 a 59 años y adulto mayor de 60 años o más, en el componente de nutrición. Asimismo, con la finalidad de determinar el grado de acuerdo entre el sobrepeso y la obesidad medidos con el antecedente registrado en el carnet de salud y las citas médicas, se calculó el índice kappa de Cohen y se encontró un grado de acuerdo para el sobrepeso de 84% (kappa = 0.84, p = 0.001); en el caso de la obesidad se identificó un grado de acuerdo de 88% (kappa = 0.88, p = 0.05); estos criterios se consideraron como buena concordancia.
En primer lugar se contestó el instrumento CDSPyO-10 y después el EAR-11. La cédula CDSPyO-10 incluye las variables de edad, género, escolaridad, categoría laboral y turno; después de estas preguntas se incluyeron los reactivos que miden sobrepeso y obesidad, peso, talla, cintura, IMC y, si se practicaba, deporte. El punto de corte para definir el sobrepeso y la obesidad se estableció de la siguiente manera: IMC de 18.5 a 24.9 puntos: peso ideal; IMC de 25 a 29.9 puntos: sobrepeso; IMC ≥ 30 puntos: obesidad1. En el caso de la EAR-11, se trata de una escala diseñada para la medición global de la autoestima que desarrolló Rosenberg y que incluye 10 reactivos cuyos contenidos se centran en los sentimientos de respeto y aceptación de sí mismo. Para controlar el efecto de aquiescencia, la mitad de los reactivos está enunciada de forma positiva y la otra mitad de modo negativo. Su puntuación corresponde a una escala tipo Likert, en la que cada reactivo se responde en una escala de cuatro categorías de respuesta: 1, totalmente de acuerdo; 2, de acuerdo; 3, en desacuerdo; y 4, totalmente en desacuerdo. Para obtener el puntaje del instrumento se recodifican los valores de los reactivos 1, 3, 4, 6 y 7 y a continuación se suman. La interpretación de la escala indica que a mayor puntaje mayor autoestima. Para establecer el punto de corte del instrumento se generaron índices de 0 a 100 con el paquete estadístico SPSS y se determinó que 0 a 59 puntos equivalen a un grado de autoestima bajo, 60 a 79 puntos representan un grado de autoestima medio y 80 o mayor equivalen a un grado de autoestima alto. La EAR-11 ha mostrado consistencia interna aceptable en investigaciones previas que oscilan entre 0.78 y 0.79 de alfa de Cronbach; este trabajo de investigación mostró una consistencia interna de 0.79 de alfa de Cronbach en una prueba piloto realizada en una población similar con 35 participantes, un criterio que se consideró como confiable para la realización de este trabajo de investigación.21,22,23
Los datos del estudio se analizaron de forma cuantitativa con el paquete estadístico Statistical Package for the Social Sciences (SPSS), versión 22.0 para Windows. La estadística descriptiva permitió conocer las características de las participantes del estudio por medio de frecuencias, porcentajes, medidas de tendencia central y dispersión. La estadística inferencial hizo posible determinar el grado de relación entre las variables principales del estudio con el propósito de contestar los objetivos y la hipótesis. Se determinó la confiabilidad de la Escala de Autoestima de Rosenberg a través del coeficiente de correlación alfa de Cronbach; se emplearon pruebas estadísticas no paramétricas como chi cuadrada, correlación rho de Spearman y la prueba paramétrica ANOVA mixta con corrección del límite inferior, dado que no se cumplió el supuesto de normalidad, equivalencia de muestras y esfericidad.24
El estudio se apegó a lo dispuesto en la Ley General de Salud en materia de Investigación para la Salud en Seres Humanos, conforme al artículo 17, fracción II,25 y se consideró de riesgo mínimo en virtud de que sólo se investigó acerca de la obesidad y la autoestima, y no hubo intervención de los investigadores. Se contó con un consentimiento informado, en el que se explicaron cada uno de los objetivos del estudio y se le garantizó al participante recibir respuesta a cualquier pregunta y la libertad de retirarse del estudio en cualquier momento si así lo decidía; asimismo, el estudio contó con el dictamen de aprobación del Comité de Ética en Investigación de la Escuela Superior de Enfermería de Culiacán, con número de registro 002-18.
Se encuestó a 220 trabajadores, con un promedio de edad de 36 años y una desviación estándar de 9.56. Predominó el sexo femenino con 55.5%; además, el 57% se integró con trabajadores de la salud y 43% con personal administrativo (Cuadros I y II).
Cuadro I. Datos sociodemográficos de los trabajadores de la salud (variables cualitativas) (n = 220)
Variables | F | % |
---|---|---|
Género | ||
Femenino | 122 | 55.5 |
Masculino | 98 | 44.5 |
Categoría laboral | ||
Trabajadores de la salud | 125 | 57.0 |
Personal administrativo | 95 | 43.0 |
Profesionales de la salud | ||
Enfermero | 67 | 53.6 |
Médico | 26 | 20.8 |
Químico | 4 | 3.2 |
Técnico radiólogo | 3 | 2.4 |
Nutriólogo | 4 | 3.2 |
Trabajadoras sociales | 6 | 4.8 |
Asistentes médicas | 15 | 12.0 |
Personal administrativo | ||
Intendente | 33 | 34.7 |
Camillero | 10 | 10.6 |
Oficial de mantenimiento | 15 | 15.7 |
Auxiliar de farmacia | 10 | 10.6 |
Auxiliar universal de oficina | 18 | 18.9 |
Almacenista | 9 | 9.5 |
Turno | ||
Matutino | 104 | 47.0 |
Vespertino | 73 | 33.0 |
Nocturno | 43 | 20.0 |
Cuadro II. Datos sociodemográficos de los trabajadores de la salud (variables cuantitativas) (n = 200)
Variables | Mínimo | Máximo | Mediana | Z de Kolmogorov-Smirnov | p |
---|---|---|---|---|---|
Edad | 19 | 62 | 36.0 | 7.3 | 0.04 |
Peso | 50 | 110 | 86.2 | 4.7 | 0.03 |
Talla | 155 | 180 | 169 | 7.2 | 0.01 |
IMC | 18 | 32 | 30.5 | 4.7 | 0.04 |
Para el ANOVA mixto sobre los efectos entre un sujeto y otro, la prueba de límite inferior muestra que existen diferencias significativas en el sobrepeso y la obesidad de los trabajadores de la salud y el personal administrativo, medido en kilogramos (F = 0.001, p = 0.001), pero no hay diferencias en relación con la interacción entre el sobrepeso, la obesidad de los trabajadores de la salud y el personal administrativo según el género (F = 2.77, p = 0.100). Con respecto a los efectos entre los individuos, se identificaron diferencias significativas entre el sobrepeso y la obesidad de los trabajadores de la salud y el personal administrativo medidos en kilogramos de acuerdo con el género (F = 170.70, p = 0.001).
La prevalencia global de sobrepeso fue de 37.3% y la de obesidad de 43.6%. Por categoría laboral, los trabajadores de la salud registraron una prevalencia de sobrepeso de 23.2% y de obesidad de 22.3%. El personal administrativo tuvo una prevalencia de sobrepeso de 16.8% y de obesidad de 15.9% (Cuadro III). De acuerdo con el género, la prevalencia fue mayor en el femenino, con prevalencia de obesidad de 20.4% y sobrepeso de 20.0%, y cuando se vincularon el sobrepeso y la obesidad respecto del género no se hallaron diferencias significativas (chi cuadrada = 6.55, p = 0.52) (Cuadro III).
Cuadro III. Prevalencias de sobrepeso y obesidad de acuerdo con los trabajadores y el género (n = 220)
Variables | F | % | IC95% | chi cuadrada | p |
---|---|---|---|---|---|
Prevalencia general | |||||
Normopeso | 42 | 19.1 | 0.16-0.21 | ||
Sobrepeso | 82 | 37.3 | 0.32-0.43 | ||
Obesidad | 96 | 43.6 | 0.38-0.48 | ||
Trabajadores de la salud | 18.02 | 0.05 | |||
Normopeso | 20 | 9.1 | 0.69-1.5 | ||
Sobrepeso | 51 | 23.2 | 0.21-0.24 | ||
Obesidad | 49 | 22.3 | 0.20-0.24 | ||
Personal administrativo | |||||
Normopeso | 28 | 12.7 | 0.10-0.14 | ||
Sobrepeso | 37 | 16.8 | 0.14-0.18 | ||
Obesidad | 35 | 15.9 | 0.13-0.17 | ||
Mujeres | 6.55 | 0.520 | |||
Normopeso | 33 | 15.0 | 0.13-0.17 | ||
Sobrepeso | 44 | 20.0 | 0.18-0.22 | ||
Obesidad | 45 | 20.4 | 0.18-0.23 | ||
Hombres | |||||
Normopeso | 15 | 6.8 | 0.51-0.81 | ||
Sobrepeso | 49 | 22.3 | 0.20-0.24 | ||
Obesidad | 34 | 15.5 | 0.13-0.17 |
Cuando se comparó la prevalencia de sobrepeso y obesidad entre trabajadores de la salud y el personal administrativo, se observó que hay diferencias significativas del sobrepeso y la obesidad por categoría laboral (chi cuadrada = 18.02, p = 0.05). Los trabajadores de la salud mostraron porcentajes más altos de sobrepeso y obesidad en comparación con el personal administrativo (Cuadro III). Cuando se comparó la prevalencia de sobrepeso y obesidad en médicos, enfermeros y otros trabajadores de la salud no se reconocieron diferencias significativas (chi cuadrada = 8.02, p = 0.25).
En cuanto al grado de autoestima general en trabajadores de la salud y personal administrativo, se observó que el 45.5% tiene autoestima alta, 34.4% autoestima media y 20.0% autoestima baja (Cuadro IV).
Cuadro IV. Grado de autoestima general en trabajadores de la salud y personal administrativo (n = 220)
Variable | F | % | IC95% |
---|---|---|---|
Baja | 44 | 20.0 | 0.17-0.22 |
Media | 76 | 34.5 | 0.32-0.36 |
Alta | 100 | 45.5 | 0.42-0.47 |
Total | 220 | 100.0 |
Se encontró un nexo significativo (chi cuadrada = 14.8, p = 0.05) entre el grado de autoestima por género. Los hombres tuvieron un mayor porcentaje de autoestima alta (50.0%) en comparación con las mujeres (41.8%). Cuando se comparó el grado de autoestima por categorías laborales, se observó que existen diferencias significativas (chi cuadrada = 13.2, p = 0.02). Los trabajadores de la salud registraron un mayor porcentaje de autoestima alta (78.4%) respecto del personal administrativo (70.5%) (Cuadro V).
Cuadro V. Grado de autoestima según el género y la categoría laboral (n = 220)
Variable | Género | chi cuadrada | p | |||
---|---|---|---|---|---|---|
Grado de autoestima | Masculino | Femenino | ||||
F | % | F | % | |||
Bajo | 18 | 18.4 | 26 | 21.3 | 14.8 | 0.05 |
Medio | 31 | 31.6 | 45 | 36.9 | ||
Alto | 49 | 50.0 | 51 | 41.8 | ||
Total | 98 | 100.0 | 122 | 100.0 | ||
Grado de autoestima | Categoría laboral | 13.2 | 0.02 | |||
Trabajadores de la salud | Personal administrativo | |||||
F | % | F | % | |||
Bajo | 11 | 8.8 | 9 | 9.5 | ||
Medio | 16 | 12.8 | 19 | 20.0 | ||
Alto | 98 | 78.4 | 67 | 70.5 | ||
Total | 125 | 100.0 | 95 | 100 |
Existe una correlación negativa del peso con el grado de autoestima: a menor peso, mayor autoestima en los trabajadores de la salud (rs = -0.68, p = 0.01). Conforme disminuye el peso aumenta la autoestima de los trabajadores de la salud (Cuadro VI).
Cuadro VI. Coeficiente de correlación de Spearman de sobrepeso, obesidad y autoestima baja, media y alta (n = 220)
Variable | 1 | |||
---|---|---|---|---|
Sobrepeso | 1 | |||
Obesidad | 0.411* | 1 | ||
Autoestima baja | -0.349* | -0.456* | 1 | |
Autoestima media | -0.390* | -0.474* | -0.580** | 1 |
Autoestima alta | -0.710† | -0.670† | -0.675† | -0.680† |
De acuerdo con informes de la OMS, la obesidad es uno de los principales retos en el mundo. Las cifras de personas con padecimiento de sobrepeso y obesidad se han triplicado en el mundo; los casos representan 13% y 39%, respectivamente, del total de la población mundial1. Estos datos se asemejan a los de este estudio, dado que la prevalencia de obesidad es de 43.6% y la de sobrepeso de 37.0%. Incluso estos resultados son superiores a los datos reflejados por la OCDE, que señala una prevalencia de obesidad para México de 32.4% y para Estados Unidos de 38.2%.5 Según los resultados de la ENSANUT, en el 2018 la prevalencia de sobrepeso y obesidad de la población mexicana fue de 75.2%.6 Llama la atención que el resultado de este estudio fue de 80.6%, mayor en cinco puntos porcentuales. Esto se puede relacionar con la falta de ejercicio que reveló el personal estudiado, ya que sólo el 23% realiza deporte. Estos datos coinciden con lo informado en el estudio de Díaz, et al., cuyos participantes eran físicamente inactivos (sedentarios) y tenían una mayoría de mujeres, así como una mayor prevalencia de obesidad.26
En cuanto a la categoría laboral, se comparó el sobrepeso y la obesidad de ambas categorías y se encontró que existen diferencias significativas (chi cuadrada = 18.02, p = 0.05). La prevalencia de trabajadores de la salud fue mayor (23.2%, 22.3%) comparada con la del personal administrativo. Estos datos tienen similitud con los hallazgos de Nieves, et al., quienes registraron una prevalencia de obesidad de 53% en el personal de enfermería y en médicos de 36.0%;9 además, la proporción de sobrepeso y obesidad en las enfermeras fue mayor que en el resto de las categorías, datos que coinciden con los de Fong.10
En relación con el grado de autoestima por género, se identificó evidencia estadística para comprobar el nexo entre el grado de autoestima por género (chi cuadrada = 14.8, p = 0.05), dado que los hombres tuvieron porcentajes más elevados de autoestima alta (50%). Esto concuerda con un estudio de Rodríguez, et al. en Costa Rica27 y Lazarevich, et al.28 Por lo tanto, se puede aducir que la desigualdad de género afecta la confianza de las mujeres y su capacidad de perseguir planes de vida distintos de los papeles sociales que se les asignó durante la infancia y que prevalecen hasta la vida adulta.
En cuanto al grado de autoestima por categorías laborales, en este estudio se hallaron diferencias significativas (chi cuadrada = 13.2, p = 0.02): los trabajadores de la salud tuvieron porcentajes más elevados de autoestima alta (78.4%) en comparación con el personal administrativo (70.5%), lo cual concuerda con el informe de Seminario, quien encontró que el 40% de los trabajadores de la salud mostró un grado medio alto de autoestima en un estudio realizado en Perú con el propósito de conocer el grado de autoestima entre trabajadores de la salud de un centro de salud.29
Según Goldberg, en su estudio sobre obesidad y autoimagen, una de las principales consecuencias de la obesidad es la pérdida de la autoestima.13 Esto coincide con esta investigación, en la que se encontró que a mayor grado de obesidad menor grado de autoestima en los participantes (rs = –0.48, p = 0.05).
Entre las limitaciones de este estudio debe mencionarse que se evaluó de una manera más completa la actividad física de los participantes para determinar si la prevalencia de sobrepeso y obesidad se relacionaba con la inactividad física o el sedentarismo.
Se encontraron prevalencias de sobrepeso y obesidad que rebasan los informes de la OMS, la OCDE y la ENSANUT 2018. Cuando se vincularon se observó relación con la categoría laboral y la autoestima. Se comprobó que existe correlación entre el peso y la autoestima: a menor sobrepeso y obesidad, mayor grado de autoestima en los trabajadores de la salud. Por último, es importante señalar que si bien es cierto que sólo una proporción de trabajadores mostró autoestima baja, si ésta se combina con la autoestima media se incrementa en más del 50%, lo cual es preocupante dado que las personas con autoestima moderada pueden incurrir con facilidad en baja autoestima,11 de acuerdo con la teoría de Rosenberg, lo cual representa una de las principales consecuencias de la obesidad, de acuerdo con Goldberg.13
Según lo anterior, y para cumplir con el objetivo de la OMS, en el apartado del Plan de Acción Mundial sobre la salud de los trabajadores se indica en el objetivo 2: “Proteger y promover la salud en el lugar de trabajo”, que es preciso insistir en la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades no transmisibles en el lugar de trabajo, sobre todo al fomentar entre los trabajadores una dieta sana y actividad física y promover la salud mental y familiar en el trabajo.18 Ante ello es necesario instituir programas de intervención de educación para la salud y adoptar estilos de vida saludable con el propósito de reducir la obesidad e incrementar el grado de autoestima en los trabajadores de la salud. Estas acciones las pueden aplicar el departamento de fomento a la salud de los trabajadores de esta unidad. Además, el departamento de psicología puede diseñar un programa para los trabajadores de la salud con la estrategia de intervención psicológica (con el uso de técnicas como relajación, autocontrol y reestructuración cognitiva), tal y como lo señalan Alvarado, et al.12
Por último, algunos estudios muestran que un trabajador con baja autoestima tiende a ser poco asertivo al adoptar intervenciones en el campo laboral, por lo que en lo sucesivo sería conveniente estudiar la autoasertividad y su relación con la autoestima en los trabajadores de la salud.
Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.
Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
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